De ahí en más, los números quedaron instalados en el siempre pauteado escenario mundialero y más allá de alguna desacertada idea (en el mundial de Argentina, 1978, las cifras se distribuyeron por orden alfabético, de modo que los arqueros no vistieron el 1, sino el que les tocó por culpa/mérito de sus padres), las casaquillas numeradas son una marca registrada. La liga inglesa asumió la numeración recién en 1939 y lo hizo de acuerdo con su distinguida tradición de hacer las cosas de otro modo (conducir el auto desde la derecha, usar la libra y no el euro, ni hablar del diseño de sus enchufes): las camisetas se enumeraban del 1 al 22, las primeras 11 para el local y la segunda mitad para el visitante.
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