No, no me he adherido a una secta satánica ni nada por el estilo. Los artefactos en venta y las revolucionarias acciones de marketing ambulantes de lo más raro: Una cadena de la mejor plata del mundo con su colgante en forma de delfín que no podías rechazar, una señora cortando cochinillo asado con hacha de carnicera en medio del pasillo, un bolígrafo multicolor con regalos extra o el payasito Tomasito que da la brasa con una historia lacrimógena y te acaba endiñando chocolatinas nutritivas energizantes …
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